Los procesos electorales de los años siguientes serán decisivos para el PRI. Los votos vienen en picada y desde la dirigencia nacional se habla de una realidad distinta, en la que se asegura que todo marcha bien y que recuperarán la Presidencia en 2024. Pero los números muestran que el futuro no les favorece.
Ciudad de México, 21 de noviembre (SinEmbargo).- Entre más envejece el PRI, más chiquito se vuelve.
A sus 92 años, que cumplió en marzo, ya sólo gobierna cuatro estados, con un alto riesgo de perder dos en 2022: Oaxaca e Hidalgo. Y de perder los otros dos, Estado de México y Coahuila, en 2023 —cuando cumpla 94 años de su fundación—, en la antesala de la elección federal de 2024.
Hace apenas 22 años, más de la mitad del país estaba bajo control del Partido Revolucionario Institucional (PRI), la institución de mayor poder en la historia del país que en ese entonces tenía la Presidencia y gobernaba 20 entidades, de esas, a la fecha dos de ellas siguen sin conocer la transición: Estado de México e Hidalgo.
Esta situación dio un giro en 2018, cuando el tricolor perdió luego de un sexenio la Presidencia y la entregó a Andrés Manuel López Obrador, el candidato emanado de la izquierda. El golpe de timón ha significado el declive del PRI, que cada vez capitaliza menos votos a la vez que pierda credibilidad, sobre todo a causa de los escándalos de corrupción durante el Gobierno de Enrique Peña Nieto.
Hasta el momento el PRI es el único partido que al menos públicamente no se ha quejado de la alianza Va por México, la iniciativa de Gustavo de Hoyos y Claudio X. González, que coaligó al tricolor con los partidos Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD) para hacer frente a Morena.
Una de las razones por las que el PRI apuesta a esta coalición, que podría ser la de mayor peso, es el comportamiento de sus votos.
En una revisión hecha por SinEmbargo a los votos obtenidos por el PRI en las elecciones a Presidente de la República, en el año 2000 perdió con 13 millones 579 mil votos y para 2006, la caída fue de 31 por ciento, con 9 millones 301 mil votos.
Pero, para 2012, se da su retorno. En ese entonces, el partido vendió “un nuevo PRI” con rostros como el de Enrique Peña Nieto, Luis Videgaray y Aurelio Nuño, además de una generación de gobernadores como César Duarte, Javier Duarte, Roberto Borge y Aristóteles Sandoval.
Aunado a esa estrategia, México sumaba la segunda administración del PAN con Felipe Calderón Hinojosa.
Todo eso, en 2012, le dio al PRI un incremento del 50 por ciento en los votos y con Peña Nieto retomaron Los Pinos.
La historia del regreso triunfal duró tres años: los casos de corrupción del Gobierno federal y de los estatales provocaron que el PRI tuviera su peor caída para la siguiente elección presidencial: obtuvo 9 millones 769 mil votos, lo que significó una caída del 47 por ciento.
El mismo comportamiento se puede observar en las elecciones intermedias, las de 2003 a 2021. En ese primer año de revisión, que es 2003, la primera elección después de la gran derrota, el PRI sumó 6 millones 196 mil votos. Para 2009, de nuevo con el factor Calderón y con la antesala de su retorno, sumó el doble de votos.
En 2015 empezó la caída aunque no fue tan fuerte como la de 2021, que es la elección más reciente. Este año la votación del PRI cayó 27 por ciento.
Sobre el resto de los partidos, solo el PRD tiene un ritmo a la baja como al PRI; el PAN se mantiene con el mismo promedio y Morena, desde su aparición, alcanzó el mayor número de votos registrados y tiene en 2021 la gubernatura de 16 entidades.
LOS VOTOS EN LOS BASTIONES
Al hacer un acercamiento a esas 10 entidades priistas, los votos por ese partido también se han visto afectados. El castigo más notorio se dio en el Estado de México, que en la pasada elección presidencial tuvo una disminución del 47 por ciento en los votos recibidos respecto a 2012.
Incluso en las entidades que controla y que están por elegir nuevo Gobernador, la situación es la misma: en Durango e Hidalgo obtuvieron el 49 por ciento menos; en Oaxaca el 37 por ciento de disminución; en Quintana Roo el 55 por ciento menos y en Tamaulipas del 51 por ciento.
Para este texto SinEmbargo buscó la postura de al menos seis representantes del Revolucionario Institucional, pero argumentaron agenda ocupada y otros no respondieron a la solicitud de entrevista.
En comunicados de prensa, el Partido ha expresado que está listo y que los militantes están “concentrados en el 2022, trabajar para el 2023, para que juntos regresemos en el 2024 a la Presidencia de la República”. Esto lo afirmó Alejandro Moreno, Presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), del PRI el pasado 20 de julio.
La misma declaración, casi textual, la dio en Puebla la semana pasada: “estamos listos para enfrentar el 2022. Vamos con ruta, con rumbo y con estrategia”.
Pasadas las elecciones intermedias de este año, la alianza de Va por México anunció que irán juntos para las elecciones de 2024 con un candidato presidencial único.
Pero Alejandro Moreno lanzó el mensaje de que el PRI quiere la alianza no sólo para 2024, sino también para 2022 y 2023.
Al ser cuestionado por la prensa sobre su renuncia tras los resultados independientes del PRI, dijo que el partido creció y avanzó, pero en los hechos el partido se despidió de Colima, Campeche, Sonora y Sinaloa.
Hoy sólo tiene cuatro estados en su poder, pero con elecciones en los próximos dos años esto puede cambiar.